Son muchos los padres y las madres que se quejan de que su niño es muy
difícil, que siempre le ronda una emoción cargada de rabia que desahoga de
forma inapropiada. Con rabietas, malas
palabras o con sutiles actos de desobediencia.
Hemos de tener claro que ningún niño es igual a otro, y que ninguno de
nosotros podemos saber tampoco qué tipo de necesidades pueden tener esas
criaturas que acabamos de traer al mundo y para las cuales, deseamos todo lo
mejor.
La emoción
es la fuente de energía humana, es la llave que debe guiar a los niños, primero
para entenderse a sí mismos, y para después, entender al mundo.
Los niños difíciles suelen a su vez generar muchas veces un nivel de estrés muy elevado
en los padres, rozando en algunos casos la indefensión. No es un tema sencillo de
abordar, y de hecho, no siempre nos valen los libros, ni si quiera la
experiencia que tengamos con otro de nuestros hijos o las recomendaciones de
algunos padres.
Tu hijo, el niño difícil, es único, especial e irrepetible. Y si hay algo
que necesitan siempre es comprensión. La
mayoría de las veces son niños con altas demandas encerrados en sus
“palacios internos”, en espacios herméticos donde no encuentran puertas
mediante las cuales, expresar esa emoción contenida. Esa necesidad. Hoy
en nuestro espacio te invitamos a reflexionar sobre ello.
Los niños difíciles y la emoción contenida
Pongamos un ejemplo. Piensa en ese niño que
ha tenido un mal día en el colegio, llega a casa y cuando sus padres le
preguntan qué ha ocurrido, éste responde de mala manera. Ante esto, los padres
deciden castigarlo en su habitación toda la tarde. ¿Qué hemos ganado con esto?
¿Hemos solucionado el problema? En absoluto.
La emoción
bloqueada es una espina rodeada por un muro de piedras. Si levantamos más muros
la espina quedará aún más escondida, así pues, el primer paso será ir retirando
cada piedra de esa pared a través de la comunicación y el afecto.
Si el niño difícil nos pone muros, no levantes nuevas ciudadelas a su
alrededor, no lo aisles, no lo descuides, no lo dejes solo. Todos tenemos claro que
el proceso para llegar hasta ellos es complejo, no obstante, debes tener en
cuenta estos aspectos previos:
·
Hay niños
con altas demandas que piden muchísimo más que el resto, es su personalidad, su
forma de ser y ello no quiere decir que nosotros, como padres, hayamos hecho
algo mal.
·
Un niño que demanda y no recibe lo que busca o que no sabe expresarlo,
acaba frustrándose. Son muchas
las veces que ellos mismos se ven sobrecargados por un sinfín de emociones: esa
rabia que a oscila con tristeza, otras con hastío, a veces con enfados…
·
Los niños
difíciles requieren un mayor nivel de atención, comprensión, apoyo e incluso
creatividad por parte de los padres.
Debemos ser artífices de sus mundos, unos mundos seguros donde se sientan
cómodos para expresar esa emoción contenida que les permita conocerse, desahogarse,
sentirse más libres y seguros para avanzar por cada uno de los escenarios que
definen al niño a lo largo de su ciclo vital.
Como ayudar al niño difícil a canalizar sus emociones
Ya sabemos que el niño difícil demanda ante todo nuestra atención y
cada una de las estrategias que podamos darle de forma creativa, para atender
sus necesidades. Para ayudarle a gestionar todo ese mundo emocional que en
ocasiones lo desborda y lo bloquea.
Recuerda
siempre que la Inteligencia Emocional no es un rasgo, es una habilidad y por
tanto como padres, como madres, es nuestro deber trasmitir a nuestros niños
estas estrategias, este aprendizaje.
Toma nota de qué pasos deberíamos seguir para educar a los niños difíciles
en este campo, en esa dimensión donde canalizar, donde dar forma y expresar esa
emoción contenida.
Si al poder del refuerzo positivo
Si a un niño difícil le recriminamos sus errores, si lo infravaloramos, o
lo reprendemos por sus reacciones, generaremos aún más rabia y más ansiedad.
Recuerda siempre que este tipo de niños, en el fondo, son muy frágiles y
disponen de una baja autoestima.
·
Usa
verbalizaciones tan simples como: “yo confío en ti”, “yo sé que vas a
poder con esto”, “yo sé que eres especial”, “yo sé que eres un niño valiente y
por eso te quiero”…
Una palabra positiva
genera una emoción positiva, y una emoción positiva genera confianza.
Sí a la comunicación que no juzga, que no compara ni sentencia
Hay padres y madres que cometen el error de comparar al niño difícil con
sus hermanos, o con otros niños. No es lo adecuado. Al igual que es un error
iniciar un diálogo que ya implica determinadas sentencias: “como, tú
eres vago, tú nunca escuchas, tu siempre te portas mal…” Evita este
tipo de comunicación y sigue siempre estas pautas:
·
No sondees, no interrogues. Descubre cuál es el momento en que el niño se siente
más cómodo para hablar.
·
Dale
confianza, cercanía y comprensión. Cuida mucho el tono de tu voz, es algo
básico para conectar con los niños.
·
La
comunicación debe ser diaria y continuada.
·
Nunca te rías o ironices de lo que te digan tus hijos. Para ellos es importante, y si
encuentran esa falta de empatía por tu parte evitarán sincerarse contigo.
Sí a propiciar un equilibrio interno en el niño
·
Enséñale que cada emoción puede trasformarse en una palabra, que la rabia tiene forma, que la
tristeza se puede compartir para aliviarla, que llorar no es malo y que tú
siempre estarás ahí para escucharles.
·
Enséñale a
respirar, a relajarse, a canalizar sus emociones a través de determinadas
actividades con las que desahogarse y distraerse…
·
Enséñale a aceptar la frustración a que el mundo no puede ser siempre como ellos
quieren.
·
Enséñales a
escuchar y a hablar con asertividad.
Diles que su voz siempre va a ser escuchada, que todo lo que diga es importante
para ti…
·
Enséñales a
tener responsabilidades, a valerse por sí mismos en cada paso y decisión que
dan…
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