La
paciencia es la gran asignatura pendiente de padres y madres. ¿Por qué siempre
cuando pensamos en cómo educamos a nuestros hijos confesamos que perdemos la
paciencia?
Una de las definiciones de la PACIENCIA la describe como “el equilibrio
durante emociones extremas”. ¿Cuál es la actividad diaria
que más implicación emocional tiene para nosotros? Criar y educar a nuestros
hijos es sin lugar a dudas lo más bonito e increíble que haremos en nuestra
vida pero también lo más intenso, conlleva una “carga” emocional
inmensa sumada a un desgaste físico importante, que es fácilmente desbordada
ante cualquier momento de estrés. El problema es que nos sentimos culpables. La
culpa no arregla, no nos deja avanzar, no nos permite encontrar las estrategias
que nos mantengan más calmados la próxima vez… Debemos
entender que perder la paciencia es humano, es la consecuencia de
una “desconexión” con nuestro “cerebro racional” como respuesta a un una serie
de circunstancias que nos hacen “apagarnos” y dejar actuar al modo
“defensa-ataque” de nuestros cerebro más primitivo. Es una respuesta fisiológica. Perder la paciencia con nuestros
hijos y vernos “fuera de nuestras casillas” no es algo agradable, los queremos
más que a nuestra propia vida y no entendemos por qué con ellos a veces no
somos capaces de controlarnos. Y eso nos preocupa, por eso suele ser nuestra
principal “confesión” cuando hablamos de educación.
¿Cómo
podemos conseguir no perderla o recuperarla?
Yo creo que el principal camino para llegar al autocontrol es la aceptación y el conocimiento de nosotros mismos. Si
identificamos aquello que nos lleva al límite de nuestra cordura, los factores
que influyen en nuestra manera de afrontar cada reto diario, tendremos una
herramienta muy poderosa: la anticipación.
Debemos ser también realistas, en un mundo de prisas, estrés, inmediatez
y totalmente deshumanizado, llegar fácilmente al límite de nuestro “aguante” es
lógico, es casi necesario.
A veces
es un aviso de que necesitamos parar, coger aire y hacernos la siguiente
pregunta ¿Estoy bien? Debemos ser conscientes de que no son nuestros hijos los que nos
hacen perder la paciencia, sino muchas veces la falta de autocuidado,
que nos hace ponernos en segundo plano, “exprimirnos” para luego “saltar” ante
un momento de tensión.
Cuanto mejor estemos nosotros mejor podremos afrontar momentos complicados
que requieran de todas nuestras estrategias, paciencia, humor e ¡imaginación!
Otro de los principales factores que considero fundamentales a la hora de no
perder la paciencia es entender el comportamiento de
nuestros hijos, saber leer las conductas inadecuadas como malas decisiones. Si
somos capaces de buscar más allá, los malos comportamientos se
convertirán en retos que solucionar, no en “interruptores” que hagan
saltar nuestra paciencia.
Me gustaría facilitar un proceso de cambio a las familias que acudan al
taller, transmitir una nueva forma de pensar la educación para que ellos mismos
elaboren sus propias estrategias de auto-regulación, compartir la idea de que la educación es un camino apasionante en el que se nos presentan
infinidad de retos que pueden ser utilizados para crecer y avanzar en familia.
Perder
la paciencia es muy humano y si utilizamos esos momentos como señales de que
algo no va bien y las aprovechamos para aprender y para buscar soluciones,
estoy segura de que dejaremos la culpa atrás y nos enfocaremos en una visión
mucho más positiva de la educación de nuestros hijos.
Desde esa
actitud conciliadora, resolutiva y optimista, ¿qué habilidades para la vida
estaremos facilitando a nuestros hijos? Ese es el mensaje.
¿Qué
retos de los que tenemos padres y madres ante nosotros son más importantes, en
tu opinión?
Creo
que la educación en el respeto es la clave y al mismo tiempo, el mayor de
nuestros retos en estos momentos. ¿Cómo
podemos enseñar respeto y ayudar a nuestros hijos a que sepan respetarse a sí
mismos, a los demás y a las circunstancias? Con las estrategias y herramientas
que tenemos actualmente no conseguimos resultados a largo plazo, caemos en el
castigo y el premio para intentar modificar conductas pero… ¿estamos EDUCANDO?
Necesitamos herramientas nuevas para establecer los límites necesarios para la
convivencia sin controlar, sobreproteger o faltar al respeto a nuestros hijos,
sino motivarles para que alcancen por sí mismos habilidades necesarias
para la vida. Nuestros hijos no necesitan que les enseñemos
a obedecer, necesitan sentir que se les tiene en cuenta para contribuir a la
familia, enseñarles a colaborar para crecer juntos. Es
necesario sembrar las semillas de la confianza en la familia, el respeto mutuo
y la pertenencia y así guiarles para que tomen buenas decisiones.
Se dice que
actualmente los niños “se portan peor”, yo no lo creo, yo
opino que nos están pidiendo horizontalidad, respeto, formar parte activamente
en la familia. Tienen muchísimo que aportar
desde su imaginación desbordante, su capacidad para ilusionarse y esa manera
nueva de mirar al mundo. Nuestro mayor reto es sustituir
las luchas de poder en la familia por colaboración desde el respeto y la
confianza.
Agradezco infinitamente la oportunidad que se me ofrece con la posibilidad
de impartir este taller para compartir, para difundir una nueva forma de pensar
en la paciencia, en la educación y en un ambiente familiar mucho más amable… Es muy necesario hablar de educación consciente y responsable, no
para agobiarnos o sentirnos más presionados todavía, sino para coger las
riendas de lo que es y será el “trabajo” más importante, más enriquecedor y más
bonito de nuestras vidas. No podemos seguir utilizando
únicamente las estrategias que nuestros padres utilizaban ¡El siglo pasado!,
hay cosas que no deben cambiar pero la vida y los diferentes movimientos
sociales nos presentan retos a los que no tuvieron que enfrentarse generaciones
anteriores. Nosotros podemos utilizar estos retos para
crecer y educar de manera consciente y diferente si utilizamos las herramientas
adecuadas.
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