Desde
bien pequeños a nuestros hijos les gusta jugar con rompecabezas y puzzles.
Es un juego divertido y entretenido.
No tengamos miedo en
comprar o regalar puzzles a nuestros hijos, no pensemos que son demasiado
pequeños para realizarlos, existen puzzles para todas las edades y son una
excelente fuente educativa, con la que desarrollan habilidades
cognitivas y manipulativas.
Desde
que tienen un año y medio podemos empezar a realizar pequeños rompecabezas de 2
o 3 piezas. El grado de dificultad dependerá siempre de la edad y de la
experiencia del niño, intentando que suponga un reto que puedan lograr sin que
les resulte frustrante.
Mediante la realización de puzzles los niños ejercitan
su mente y refuerzan conceptos escolares como números, letras, formas, colores, …
Recientemente se ha comprobado que
realizar puzzles de forma habitual potencia las habilidades espaciales.
Cuando los pequeños empiezan
a demostrar su interés por explorar el entorno que les rodea recurrimos a
elementos que capten su atención para que comiencen a descubrir, desde el
tacto, una nueva experiencia. Si bien su primer elemento de conexión con lo
sensorial empieza con la boca muy pronto comienzan a manipular los objetos y
por sí mismos inician el proceso de interrelación. Es por ello que estimulamos
su desarrollo cognitivo con juguetes cada vez más
complejos, con objeto de que exista un correcto equilibrio entre su
inteligencia y su desarrollo físico.
Es aquí cuando entran en
escena los puzzles.
Los puzzles (también
puzles), o comúnmente llamados rompecabezas, no
son más que un número de piezas sueltas que colocadas en su espacio y
emplazamiento correctos forman una imagen o un objeto. En la etapa de
escolarización previa a la Educación Primaria las aulas están repletas de
actividades lúdicas, siendo los
puzzles protagonistas de muchos y nuevos
descubrimientos. Sin embargo, acabada la fase de pre-escolarización estos
elementos desaparecen del entorno de forma absoluta, y ya no se vuelven a
utilizar. ¿Por qué?, sencillamente porque se buscan nuevas vías de mejorar el
conocimiento, pero aun así se desestiman sus virtudes.
Los beneficios
de los puzzles son
innumerables, y no deben acabar en la Educación Infantil, sino continuar con su
práctica, transformarse en parte del
aprendizaje secuencial. No nos inventamos nada,
científicamente está demostrado que los puzzles:
– Continúan
desarrollando capacidades y
aumentando habilidades:
creatividad, coordinación, pericia, motricidad y lateralidad, gracias a que
obligan al cerebro a trabajar con ambos hemisferios
– Fomentan la sociabilidad y
con ella el lenguaje
– Consiguen la aplicación de la lógica con
mayor rapidez
Favorecen la superación de desafíos,
ayudan a la elaboración de una estrategia y, por tanto, benefician la disposición
a ser resolutivos.
– Aumentan la tolerancia ante las dificultades
– Mejoran la autoestima, gracias
a la superación del reto
– Fortalecen los vínculos familiares y
socio-afectivos, ya que se trata de una actividad que puede compartirse entre
padres e hijos, profesor-alumnos.
– En adolescentes y adultos
relajan y pueden controlar
el estrés
– En la tercera edad resultan
una herramienta muy
útil para conseguir retrasar los efectos de la demencia senil y la pérdida de
memoria.
Nuestro consejo es no abandonar
el puzzle,
ni en clase, como actividad complementaria, ni en el hogar, como ejercicio
estimulante, divertida forma de compartir el tiempo, estrechar lazos y
reforzar la trabazón afectiva.
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